Noviembre
Temporada de jazmines y asesinos sin nombre,
de dolores sin venas y estúpidos encantos.
El sitio de la espera, la multitud, el llanto,
la resentida lluvia y la ciudad sin velas.
Iremos al cementerio a escribir nuestros nombres
y a recordar la muerte en que nacimos.
Como amantes perdidos y dolientes
nos vestiremos de noche, de suicidio.
Amigos de la nada, exiliados del vientre
hemos dormido así, como ente hilos,
sedientos de virtud en el umbral del plagio;
pero el verde venció nuestros martirios.
La flor abrió otro sueño delirante:
queremos el diamante, ese destino
trágico de enfermo ya sin cruz
en el edén urbano derruido.
Heridos por la gloria, suplicantes
compositores hartos del engaño:
volveremos a ser, contrarrestando
nuestro afán de no ser, con lo vivido.
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