Bueno, Daniel, acá estamos de nuevo entre letras... La primer palabra que tengo con respecto al encuentro del miércoles es de agradecimiento, porque nos abrieron las puertas desde el pecho y ese tipo de comunicación es muy difícil de encontrar hoy día. Escuché varias veces la palabra "adentro", "afuera", y esto me reafirma la sensación de que el terreno de la poesía que intentamos, que es un terreno del "ser", y que como bien dice Mujica en tu blog "no sirve para nada", es decir, tiene la libertad de no servir para nada, ese terreno no tiene afueras ni adentros, es un lugar que sólo aparece donde hay sensibilidad, sin importar el color de las puertas. Me reafirma que se señala lo otro desde el miedo, y que la tarea (acá me puse un poco imperativo, perdón) es "con" el otro. Mucho camino para aprender queridos amigos...
Nos regalaron una palabra y aquí se las devuelvo pasada por mí.
Un abrazo.
Me regalaste la palabra "Pena"
Pena, es una quena que suena, sonido que se abre paso por montañas antiguas donde nacieron las danzas viejas. Pena, quema y queda, exquisita bebida para los desamores el quitapenas, no se toma en vaso, se toma en vena. Pena encendida en la noche oculta, la noche propia, la sombra que conoce nuestro nombre y lo acuna. Los troyanos llamaron pena a Helena. Pena descalza, serena, antigua copla que enciende las peñas. La pena sale de la boca y si cae en un poema ya no es pena, es compañera de noche de otras penas que se unen en el cielo, llueven grises y amanecen lentas con la cara nueva. Cara de sol dulce, transformación de la pena. Si la pena sale ya no vuelve, y habrá lugar para otras penas, ergo, habrá lugar para más poemas.
Marcelo Rodolfo Subiotto
Nos regalaron una palabra y aquí se las devuelvo pasada por mí.
Un abrazo.
Me regalaste la palabra "Pena"
Pena, es una quena que suena, sonido que se abre paso por montañas antiguas donde nacieron las danzas viejas. Pena, quema y queda, exquisita bebida para los desamores el quitapenas, no se toma en vaso, se toma en vena. Pena encendida en la noche oculta, la noche propia, la sombra que conoce nuestro nombre y lo acuna. Los troyanos llamaron pena a Helena. Pena descalza, serena, antigua copla que enciende las peñas. La pena sale de la boca y si cae en un poema ya no es pena, es compañera de noche de otras penas que se unen en el cielo, llueven grises y amanecen lentas con la cara nueva. Cara de sol dulce, transformación de la pena. Si la pena sale ya no vuelve, y habrá lugar para otras penas, ergo, habrá lugar para más poemas.
Marcelo Rodolfo Subiotto
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