Por Ratón Maciel
Al Moyano Dany te lleva en bicicleta si no alcanza el asiento te lleva en el manubrio. Te sube y te baja pedaleando sobre algunos adoquines porteños (los que lograron esconderse del jefe que pretende "buenos buenos aires"). Qué mierda le importará a los adoquines el aire.
De todos modos a pesar de los adoquines y del traste Dany pedalea.
Uno piensa "uy mi cola de caballo". Y él te dice "mejor vamos por allá. Es más rápido".
Mientras los los camiones y colectivos nos pasan.
LLegamos. Uno se percata de ciertas cosas. Pero no podía ser. ¡Saludaba a todos!
Hoy pienso "menos mal…, ¡de la que se salvó el chancho! Aquí se hubiese muerto".
Me siento cansada. Dany me hizo madrugar para el Taller Comunitario. Ya se acercan
algunas chicas.
- "Feliz día Doctor"
- Es el cumpleaños? (pregunté)
- No, es el día del médico.
- Ah.
- ¿Cuándo te internastes?
- No. Yo... esteee... (miro a Dany)
Ante mi titubeo Dany da sus explicaciones. Y yo me pongo a escuchar la lectura de una de las chicas que manoteó un libro de Dany.
" ...................
...................
..................."
Me desperté de golpe. El cansancio se me había pasado. Escuché con atención. Y ya no me importaba quién era yo ni qué hacía ahí.
Se trataba de una poesía en la que apenas tuve que forzar mis neuronas. No sé…, creo que la poesía me descubrió en ese momento, había pescado al vuelo la fiaca de mi cerebro. Noté que mi sangre daba vueltas y vueltas y husmeaba cada rincón, cada recoveco de mis órganos. Era muy temprano para que mi cerebro se irrigase de esa manera. Las palabras no eran una droga vasodilatadora. Pero no sé…
La chica tiró el libro sobre la mesa y se metió un caramelo en la boca.
Dany me preguntó (siempre le pregunta cosas a los poetas) "Qué te pareció?"
- Me gustó. ¿Ché, me sacás una foto de ese cuadro? Me gusta el gato.
- Sí pará, después le saco. ¿Y a ustedes qué le pareció lo que ella leyó?
- Vos estás más loco que yo (la que comía caramelos y había leído) ¿Querés uno?
- ¿Y a vos, qué te pareció el poema?
- El autor emplea palabras muy simples. En cuanto al tema se lo puede considerar dentro del realismo popular. Veo que hay dos mundos; el de los objetos concretos en toda esa infancia expresada mediante los recuerdos y los juegos lo que permite el tono nostálgico; y el otro mundo, el del autor, el interno, o el alma.
Lo que caracteriza a este autor es el trabajo con ese mundo que toca al material permanentemente sin atiborrar al otro y viceversa.
Hay dos espacios, juntos, adosados y compactos a pesar del tiempo y del cuerpo: infancia y adultez.
El estilo es dinámico. Por suerte no tiene la rigidez de nuestras abuelitas sajonas.
¿Qué más se podría decir de esta escritura...?
- Es interesante lo que decís de los dos mundos.
- Sí. Se tocan. Pero no se interponen entre ellos. Se admiten libres. Me voy..., vino mi madre.
- Dany, el gato, no te olvides de sacarle la foto para mí.
- Profesor, yo quiero escribir.
- Bueno, dale. Aquí tengo biromes.
- Quiero lápiz de color.
- A ver… no sé si los traje (Dany revolviendo su mochila). Y si no te los debo para la próxima.
Otra de las chicas empezó a leer la Revista "Beatrizos". Al rato salteó las hojas enérgicamente, creí que iba a arrancarle alguna hoja, parecía que en cualquier momento la haría un boyo. No le gustaba. De repente empezó a reírse. Le preguntamos... Se reía del tren bala argentino.
Ahora, regresamos. Yo otra vez en el manubrio. Los dos vamos cargados de algunos libros y revistas que nos quedaron. Y otra vez los adoquines. Y "ay" mi cola de caballo.
Al pasar por el puente de hierro me acuerdo de la poesía y de las palabras "infancia y adultez". Y del gato que va en la cámara de Dany, me sonrío. Luego mis ojos se suben a la rueda de adelante.
Dany va serio; de a rato pensante. A veces me nombra algún poeta que sólo él y sus mamás conocen. Y subimos. Y bajamos. Y pedalea.
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