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Reunión miércoles 05-10-2016: el Taller con "LA JUNTADA" (de APOA): la mirada de Marisol Bohorquez Godoy

La Juntada 2016, una experiencia inolvidable
Marisol Bohórquez Godoy


Llegué a Buenos Aires llena de expectativas frente al Festival La Juntada 2016. Me recibió el maravilloso clima de la primavera y los grandes y afectuosos brazos de mi amiga, poeta de gran sensibilidad, Sabrina Usach, quien hizo desde el primer encuentro hasta nuestra despedida, inolvidable cada instante compartido.



Ella junto a su esposo Nicolás Antonioli, uno de los principales artífices del Festival y hombre revolucionario de las letras como creo que es, con su contagiosa sonrisa y su magnífica poesía, acompañaron mi transitar por las actividades programadas.

Buenos Aires sin duda es una ciudad de grandes contrastes, enigmática, guerrera incansable. Una valiente que libró mil batallas contra la opresión, que aún vive con el fantasma de los años más sombríos y que en pleno corazón aún conserva aquel lugar denominado ESMA, donde las paredes te cuentan la aterradora historia; centenares de imágenes, frases, poesía y objetos nos evocan el padecimiento de quienes fueron torturados y exterminados por el régimen de la dictadura. Pero también está la ciudad que se ilumina con las mentes brillantes que continúa pariendo, desafiantes, capaces de hacer oposición a gobiernos corruptos que amenazan la tranquilidad y la libertad de una sociedad que respira poesía en todas sus esquinas y que de algún modo precisamente es la poesía la mejor arma de militancia contra la inequidad social que aún vive el país bajo el gobierno actual.



Los argentinos no son la gente que se cree dios, según algunos imaginarios que se tejen desde otros países cercanos, en gran medida producto de la influencia de los medios de comunicación. Me atrevería a decir que conocí argentinos sencillos, afectuosos. Una sociedad donde los hombres se saludan de beso en la mejilla sin el temor de perder su hombría en aquel bello gesto a mí me inspira confianza; dicha costumbre, en nuestro país, y en muchos otros, está solo bien vista en el género femenino, lo cual sin duda me parece absurdo. Los argentinos son gente cariñosa y llena de particulares tradiciones que a mi modo de ver nos enseña la importancia de compartir como iguales.

Todas las actividades de La Juntada son dignas de recordar. Gozamos como poetas de la acogida de públicos maravillosos en diferentes escenarios y como compañeros compartimos historias, momentos que quedan en la memoria y que nos forjaron lazos de hermandad que sólo a través de la poesía se hacen posible.

Se me ha pedido resaltar lo más memorable de mi experiencia por La Juntada, así que relataré mi recuerdo de las sensaciones que me provocaron dos lugares increíbles, con personas extraordinarias: El Penal No. 48 y el Hospital Neuropsiquiátrico de mujeres Moyano.





Penal # 48

Debo decir que mi obsesión por las mariposas con el infinito tatuado en sus alas, también encuentra cabida en un lugar que puede imaginarse tan sombrío y carente precisamente de libertad como es una cárcel. Penal 48. Ese 8 representa el infinito para mí. Un mundo de posibilidades se descubre al entrar a ese lugar y tener contacto tan cercano con los internos. Personas verdaderamente increíbles y cuyo espíritu es más libre que el de cualquier persona que en su vida jamás ha padecido el encierro.


Los chicos del Penal # 48 estudian sociología y escriben poesía. Sus letras nos hablan de esa pasión por la vida pese al sufrimiento. Muchos conocidos me preguntaron, cuando relaté que estuve en una cárcel, si sabía de qué crímenes habían sido acusados los internos con quienes compartí. Me pregunto si eso importa realmente cuando una vez dentro, sentí, a pesar de los guardias, las rejas y el concepto mental preconcebido, tanto calor humano de aquellos que para mí son seres humanos como todos y con quienes cariñosamente compartimos un mate y unas galletitas a ritmo de increíbles composiciones poéticas; éstas, como flores exóticas, han surgido de la miseria y se han levantado bajo los rayos de sol que atraviesan los patios por donde sus sueños transitan y no mueren, mas se convierten en ansias de libertad. Todos en una mesa redonda como una familia, reímos y compartimos historias guiados por Cristina Domenech, poeta encantadora, una mujer angelical, benefactora de estos hombres que la adoran y madre de una gran poeta cuya alma flota en nuestras mentes con su poesía, aunque ya no esté su cuerpo entre nosotros. La niña de los versos que resuenan en nuestras cabezas y palpitan en nuestra piel: Delfina Goldaracena.

“Tu palabra es de pájaro
pero tu mundo es silencio
Y tu aire es nube…”.



Fue entre lágrimas, risas y poesía esta increíble experiencia que me hizo sentir la bondad que se acuna en los corazones de cada uno de ellos, pese a los errores que puedan haberlos llevado a pagar una condena tras las rejas.

Martín Bustamante, un hombre de increíble talento en la escritura, me enseñó de nobleza, de pasión por la vida, de lucha constante y por eso tengo como recuerdo su libro “Agua quemada”, que me firmó para entregarlo a una gran persona que al igual que él está pagando una condena en una prisión, pero que sonríe a diario sabiendo que jamás vendió sus ideales y que la poesía nos salva en todas las formas en que podemos ser salvados.

En las paredes del penal las frases del Flaco Spinetta nos devuelven la alegría de volar tan alto como se nos antoje.

"El talento es el hombre en libertad, nace en cualquier persona que se sienta capaz de volar con sus ideas".




Hospital Neuropsiquiátrico Moyano

Como si mis delirios paranoides regresaran, fue extraño encontrarme frente a las puertas del Moyano. Por un instante debo confesar que en mi mente se cruzaron imágenes de películas donde la protagonista termina encerrada en un psiquiátrico y nadie sabe de su suerte y para completar la escena, el vigilante hace registrar únicamente el ingreso de los hombres y cierra con su sarcástica frase nuestra bienvenida “Las mujeres, se pueden quedar internas”. Por un corto instante la idea me trajo recuerdos de mi pánico en tiempos pasados al concebir la posibilidad de ser recluida en un lugar como ése.

Una vez en el salón donde compartiríamos con las chicas internas, la cosa se torna relajada, para iniciar bajo la dirección de Daniel Grad un bello taller donde nos confesamos secretos y exploramos en lo más hondo de nuestros recuerdos y sensibilidades, tan abiertamente que terminamos por descubrir que si no estamos todos en una terapia como las internas es porque de algún modo la gente pasa desapercibida la locura de los poetas, así que somos unos locos evadidos. Como lo dice la famosa frase de Rubén Darío, en el Pájaro Azul: “siempre es preferible la neurosis a la estupidez”.

Escuchar a las internas y sentirnos tan cercanos a sus historias fue maravilloso y sin duda un ejercicio enriquecedor para ellas y para nosotros que de nuevo compartiendo un mate y galletas, al mejor estilo de los argentinos, desdoblamos ese otro yo que se quedó allí y que no se los puedo revelar (sólo existe en una caja en blanco que se ha llevado mi amigo Mario Flores), poeta encantador a quien recuerdo con gran afecto por la luminosidad de sus versos. Y aunque no es posible revelar todo lo que allí se dijo, sí puedo expresar que es grandioso darnos cuenta que la poesía surge más hermosa en los lugares sombríos como las cárceles y los hospitales, donde se nos permite ver la vida con una claridad que desde fuera, con todo el sol a nuestras anchas, no somos capaces de apreciar.


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