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"Paisaje" - Un poema de Máximo Ballester

Muchas veces, en el Taller, nos preguntamos quién escribe un poema... si se puede ver por el texto si el autor es un hombre o una mujer...
Muchas veces, a través de un poema, tratamos de crear un paisaje...
Éste es el poema de Máximo Ballester que queremos compartir porque reúne muchas de nuestras "curiosidades"... y, seguramente, leeremos el texto en una de nuestras reuinones. ¡¡Gracias Máximo por compartirlo!!

"Paisaje"

En la esquina me recibe un perro negro
como yo, al que han dejado afuera.

La casa tiene un portón azul
como yo y un camino de malvones
hasta la puerta casi de piedra.

Después se extiende una larga fila de casas
hasta la otra esquina, todas desiguales,
donde se destaca un pino como yo
y un camión de mudanza.

Hay una señora como yo
vendiendo alfileres, agujas e hilo de coser
de puerta en puerta.

Un vecino como yo sale con su diario,
su cartera lista. Saluda a sus hijos
que son como yo y se va apurando el paso.

En los adoquines como yo,
se presiente una lluvia y el águila de una sombra
de plátano acaricia la vereda.

La vereda es verde como yo
y despareja en su conjunto de árboles
de raíces descubiertas y huesudas como las manos
de un anciano.

La vereda es tranquila y hermosa a las nueve.
La mañana es dulce en las manos.

Un hombre como yo empuja su carro.
Se detiene en el basural de la vereda de enfrente
donde encuentra un viejo motor como yo
que bien podría ser de un lavarropas.

Una pareja como yo desciende de un auto
frente a la casa que se alquila. Se besan en el
umbral y después ella busca una llave que tiene él
y que esconde tras su espalda.

Detrás del edificio del correo y arriba,
se alzan nubes como yo que urden la próxima tormenta.
La brisa arremolina un papel de propaganda.
El perro negro raspa los barrotes del portón.

La calle se vuelve gris como yo.
Nubes negras encadenadas como montañas boca abajo.
Más allá, bien arriba, parece verse a la muerte
en el puño de un dios. La muerte y la tormenta
en un mismo anuncio irrevocable.

Pasa una mujer embarazada y su hijo tomados de la mano.
El chico carga una pelota como yo.

Pasa un hombre en bicicleta que tiene una boina como yo.

Todos se alejan.

Desde la esquina observo la calle. La perspectiva
me entrega árboles que se anudan por el viento,
y se persignan ante los adoquines que se dejan arrullar
por las ramas.

Ya no hay nadie en esta calle.
Y cuando el viento pare, empezará a llover una lluvia
como yo y cambiará el paisaje. Será una sola aguada,
un solo sonido extenso y fresco. Y todo brillará
y lucirá como recién creado.

En medio de la lluvia, seré yo completamente yo.
Esta calle, los árboles. Todas las cosas bajo un cielo
de ramas y hojas temblorosas.
Todas las cosas en una sola alma toda mía.

Máximo Ballester.

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