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Reunión miércoles 13-08-2014: Gabriela Larralde (en "la previa" a su visita) ... las cosas que pasaron... las cosas que van a pasar... los poemas de Gabriela y de Susan Griffin


Desde que tengo recuerdo mi papá trabaja en el Hospital Ramos Mejía. Hace más de 35 años que va todos los días de su vida ahí. De chica muchas veces lo acompañaba y esperaba jugando en aquellos pasillos interminables de pequeños azulejos celestes. Me encantaba ir. Cuando fui creciendo, ya podía escaparme a la cafetería, universo de medialunas como montañas o bien al patio donde docenas de gatos me daban la bienvenida. Una vez mi papá me dijo que estaban ahí para que no hubiera ratas. Y eso me dio un poco de miedo. Los hospitales no me dan miedo. No me ponen triste. Me siento cercana a ellos. Son parte de mi niñez, el mundo de mi papá. Aunque he estado en hospitales en otras oportunidades de enfermedad y muerte cercanas, siempre prevalece la sensación de pertenencia, de estar nadando en un mar, no sé si calmo, pero por lo menos conocido. Podría encontrarme con papá en cualquier bar, pero a mí me gusta cada tanto visitarlo en el hospital. Siempre pensé que entrar ahí es como entrar en un universo paralelo. Hay personas, hay comida, hay preocupaciones y risas, pero ninguna de ellas pareciera parecerse a las de afuera. Algo cambia cuando entras. Las preocupaciones allí son otras, el compañerismo también. Las miserias humanas. No estoy hablando de que es un lugar mejor, ni peor. No lo estoy juzgando moralmente. Estoy simplemente diciendo que si uno entra a un hospital no puede salir ileso. Algo se resignifica ahí... Cuando me dijiste que estabas haciendo un taller en el Moyano, al que sólo fui una vez, te dije: "Ah, mirá". No podía explicarte todo esto ahí. Pero siempre lo sentí también como un universo paralelo. Ni el Moyano, ni el Ramos Mejía son los únicos universos paralelos, está lleno, un shopping, un aeropuerto, un cementerio, pero éstos últimos no me interesan. Me interesan las mujeres. Investigo sobre género para la UBA. Me interesa aquello que hace pensar en las verdades establecidas. Tal vez por eso dibujo sirenas invertidas...

Miré el blog. El miércoles voy, con menos sangre, pero voy. gracias por aceptarme.

Gabriela Larralde






Algunos poemas del libro "Las cosas que pasaron" (de Gabriela Larralde).


La medida del silencio

Mira por la ventana del bar
para que diga la palabra
en silencio
busca que yo la diga
piensa que
si digo la palabra
si la pronuncio,
sin aire
tal vez con la mirada aparte
llena de frío
rascándome el brazo,
como cuando estoy oscura
sabrá lo que siento
piensa que
si digo, si uso
la palabra que espera
que ambos sabemos
si la uso, tal vez
en pasado, tal vez
entonces
eso busca
sin parar
con su silencio
piensa que
si la digo
si sale de mi boca
la palabra
por una vez
sabrá qué sentir.

***
Mudas

Intento descubrir si pasó la noche acá,
no llegamos a mirarnos, pero sé
que me mira cuando escribo.
A veces no hay mucho más
que paredes y médicos
dando vueltas. Sabe
a qué apellido respondo y a qué habitación.
Sé de su marido y la pelea.
Sé de sus hijos, la vi llorar anoche.
Permanecemos sin hablar, sentadas en el mismo sillón.
Mudas al acecho de no volver realidad estos días.



TRES POEMAS PARA MUJERES
por Susan Griffin

1
Éste es un poema para una mujer que lava platos.
Éste es un poema para una mujer que lava platos.
Debe ser repetido.
Debe ser repetido
una y otra vez,
una y otra vez,
porque la mujer que lava platos
porque la mujer que lava platos
no puede oír bien
no puede oír bien.

2
Éste es otro poema para una mujer
limpiando el piso
que no oye del todo.
Un minuto de silencio
por la mujer que limpia el piso.

3
Y otro poema más
para la mujer que está en casa
con los niños.
Nunca la ves por las noches.
Quédate mirando a un espacio vacío
e imagínala allí,
a esa mujer con los niños
porque no puede estar aquí para hablar
por sí misma,
y escucha
lo que piensas
que ella puede decir.



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