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Reunión miércoles 06-10-2010 - La mirada de Alejandro

Taller de Poesía del Hospital Moyano "APOA en el Moyano" en el marco de "La juntada"/poesía.

La mirada de Alejandro Pintos.


Antes que nada, mis debidas disculpas por mi tardío aporte a tan maravillosa experiencia que brindaron al grupo de la juntada aquella mañana conmovedora. En esa mesa sobró mundo, sin embargo no se derramó ninguna taza. Gracias a Daniel y su orquesta de cuerdas triunfales. Ahora sí, humildemente quisiera dejar mi firma y recordar a las compañeras del MOYANO y los compañeros de APOA.


La caminata rumbo al Hospital terminó de deshidratarme lo que no pudo la resaca. Algo sabía el sol tremendo que llevaba al hombro, y no quería decírmelo, él solamente hacía lo suyo. Se me secaban cada vez más las ganas de llegar a cualquier lugar. Lo único que quería era meterme en una botella de agua fresca bajo la sombra de alguno de esos árboles que escalaban la ciudad por doquier… pero no, hay que seguir. Ya no caminaba con los pies, sino con la intriga. El Hospital Moyano… ¿Qué es? ¿Quién hay? ¿Cuánto falta? ¿Adónde vamos?... en fin, ahí está: Inmenso. Las plantas con algunas internas caminaban de la mano por el jardín:
- Chicos, alguien me convida un cigarrillo?
- Sí, tomá
- ¿puedo sacar dos?
- sí, sí
- bueno, saco tres, gracias
Todavía seguíamos perdidos. Del personal, ninguno estaba enterado que se estaba realizando un Taller de Poesía con las internas junto a jóvenes de distintos puntos del país. Nadie supo decirnos dónde estábamos ni adónde ir. Al pelo, gracias, sigamos buscando, veamos allá, debe ser allá, ¿en la capilla? ¿qué capilla?... en fin, ahí está:
Alguien salió a recibirnos, el Taller había comenzado, subimos unos escalones, en silencio, subimos un poco más, llegamos:
El jardín estaba adentro;
¡Qué olor a mariposa que hay acá! ¡Quién dejó las puertas abiertas! ¡Quién sacó las sillas al patio! … ¡Tengo trescientos… trescientos mil poemas escritos de un bostezo! Los querés? Vení a buscarlos, los escondí de niña, te equivocaste, la que tiene fiebre es ella la niña ¿a mí no me ves? ¿No me ves jugando afuera? Tengo sueño, anoche dormí con Andrés bajo la lluvia, con luna y todo, sola, me lloró el boleto de ida toda la almohada, me latió el regreso del hueso al hueso… ¡Tengo trescientos mil poemas escritos! ¿querés un libro? Vení a buscarlo, lo perdí entre los almohadones buscando el control… buscándolo para partírselo en el alma al cocinero de todos los días, al queridísimo cocinero de papa y de puré, perdí mis poemas, alcanzame la sal, y una silla.
Perdón? Calavera no chilla? Cadáver, no seas tan exquisito sí? El sol terminó deshidratándome lo que no pudo la resaca, sin embargo, alguna fuente incierta, simil a un lagrimal, roció el jardín al fondo, afuera, adentro, humedeció unos ojos resecos, mientras ninfas cantaban la salvación que nos quedaba en la mano.


Con cariño, Alejandro Pinto.

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