Próxima Reunión: miércoles 24 de SEPTIEMBRE de 2025, 10 hs. ¡¡ FELIZ 2025 !!
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IMPORTANTE: VER AL PIÉ DE ESTA PÁGINA EL "ORGANIZADOR / ÍNDICE" (desde donde se puede llegar directamente a todas las entradas del blog).
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Gracias por tu aporte Alicia Saliva (desde "Microcosmos" de la "Revista Ñ" del Diario Clarín): Gloria Peirano en la maratón del encierro
Microcosmos
Gloria Peirano en la maratón del encierro
La autora de La ruta de los hospitales encuentra en cada momento de esta situación de encierro “algo nuevo”. También tropieza con experiencias sorprendentes como el silencio inesperado.
15/04/2020 - 18:46
Clarín.com
Revista Ñ
Ideas
Estoy divorciada y mis dos hijas pasan una semana con su papá y otra, conmigo. Teníamos un cronograma distinto, pero en pandemia, ya no queda cronograma familiar, laboral o institucional en pie. Caminamos las cinco cuadras que separan la casa de Ulises de la mía. Las tres tenemos puestos barbijos. Ellas van adelante. Una es más alta que la otra, como siempre. Por primera vez en mi vida, veo a mis hijas con barbijo, en la calle, atentas a algo indefinible. Nos cruzamos con otras personas que llevan barbijos caseros. Nos miramos de lejos. Las despido en la esquina, las veo cruzar Forest, entrar al edificio donde viven con su papá. Es un momento en el que se aprende a vivir. Todo es nuevo de una forma nueva. Es decir, lo que entendíamos como novedad, hasta esto mismo, es diferente. Una noche, entredormida, me di vuelta en la almohada y pensé, soñé, me dije: una experiencia, que sea una experiencia. Y lo es. Lo curioso es que, finalmente, lo está siendo. No me interesa, entonces, para reforzar esta cuestión del mensaje de los sueños, intervenir esta experiencia con protocolos de lectura, cocina, bordado, escritura, contemplación de cielos, ejercicios físicos o cualquier otra actividad de cuarentena. Apareció en mí una juventud bestial y retobada, sin horarios fijos, sin resignaciones, que tiende a escaparse todo el tiempo. De qué huye la juventud, es una buena pregunta. No hablo de las medidas sanitarias, por supuesto, sino de que este estado de experiencia a mí no me lo quita nadie. Ya hemos tenido suficiente de maquinaria de control y productividad, suficiente de estratificación desigual, suficiente de un sistema social y económico, salvaje y crudelísimo, que nos llevó hasta aquí. Es un virus. Nos dijeron que nos quedáramos adentro. Bueno. Ese adentro fijo, que incluye el patio de mi casa como epicentro de mi rotación, es mío. A veces me siento un árbol. Por intereses económicos, desforestaron regiones que funcionaban como pulmones planetarios. Nos volvimos árboles. Tal vez por eso estamos quietos, con la incertidumbre sagrada de los árboles, con el rigor que impone un silencio en las calles que no es poético ni renovador ni un salto a otra dimensión sino lisa y llanamente silencio, por completo indescifrable de abedul a palmera, de ombú a limonero, de roble a castaño. Mis hijas me saludan con sendos barbijos desde la vereda de enfrente. Las veo en una semana. Vuelvo caminando a la sombra y al sol que me corresponde, respiro con pulmones de árboles, llevo un andar leñoso que dura, qué extrañeza, cinco cuadras en soledad. Y sigue.
Gloria Peirano es escritora, docente, guionista y autora de La ruta de los hospitales.
FUENTE:
https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/gloria-peirano-maraton-encierro_0_eq2wHL-ZC.html
Gloria Peirano en la maratón del encierro
La autora de La ruta de los hospitales encuentra en cada momento de esta situación de encierro “algo nuevo”. También tropieza con experiencias sorprendentes como el silencio inesperado.
15/04/2020 - 18:46
Clarín.com
Revista Ñ
Ideas
Estoy divorciada y mis dos hijas pasan una semana con su papá y otra, conmigo. Teníamos un cronograma distinto, pero en pandemia, ya no queda cronograma familiar, laboral o institucional en pie. Caminamos las cinco cuadras que separan la casa de Ulises de la mía. Las tres tenemos puestos barbijos. Ellas van adelante. Una es más alta que la otra, como siempre. Por primera vez en mi vida, veo a mis hijas con barbijo, en la calle, atentas a algo indefinible. Nos cruzamos con otras personas que llevan barbijos caseros. Nos miramos de lejos. Las despido en la esquina, las veo cruzar Forest, entrar al edificio donde viven con su papá. Es un momento en el que se aprende a vivir. Todo es nuevo de una forma nueva. Es decir, lo que entendíamos como novedad, hasta esto mismo, es diferente. Una noche, entredormida, me di vuelta en la almohada y pensé, soñé, me dije: una experiencia, que sea una experiencia. Y lo es. Lo curioso es que, finalmente, lo está siendo. No me interesa, entonces, para reforzar esta cuestión del mensaje de los sueños, intervenir esta experiencia con protocolos de lectura, cocina, bordado, escritura, contemplación de cielos, ejercicios físicos o cualquier otra actividad de cuarentena. Apareció en mí una juventud bestial y retobada, sin horarios fijos, sin resignaciones, que tiende a escaparse todo el tiempo. De qué huye la juventud, es una buena pregunta. No hablo de las medidas sanitarias, por supuesto, sino de que este estado de experiencia a mí no me lo quita nadie. Ya hemos tenido suficiente de maquinaria de control y productividad, suficiente de estratificación desigual, suficiente de un sistema social y económico, salvaje y crudelísimo, que nos llevó hasta aquí. Es un virus. Nos dijeron que nos quedáramos adentro. Bueno. Ese adentro fijo, que incluye el patio de mi casa como epicentro de mi rotación, es mío. A veces me siento un árbol. Por intereses económicos, desforestaron regiones que funcionaban como pulmones planetarios. Nos volvimos árboles. Tal vez por eso estamos quietos, con la incertidumbre sagrada de los árboles, con el rigor que impone un silencio en las calles que no es poético ni renovador ni un salto a otra dimensión sino lisa y llanamente silencio, por completo indescifrable de abedul a palmera, de ombú a limonero, de roble a castaño. Mis hijas me saludan con sendos barbijos desde la vereda de enfrente. Las veo en una semana. Vuelvo caminando a la sombra y al sol que me corresponde, respiro con pulmones de árboles, llevo un andar leñoso que dura, qué extrañeza, cinco cuadras en soledad. Y sigue.
Gloria Peirano es escritora, docente, guionista y autora de La ruta de los hospitales.
FUENTE:
https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/gloria-peirano-maraton-encierro_0_eq2wHL-ZC.html
Gracias por tu aporte Tamara Domenech: el poema "Zoom"
Zoom
Agrandamiento de la imagen
tapa cosas que no sabemos,
o sí?
sabemos si los otrxs tienen conexión?
un espacio donde trabajar?
una computadora?
Y nosotros los docentes
tenemos los equipos?
un espacio?
una disponibilidad? entre tareas que se sumaron a viva voz
lxs hijxs
la comida
los mandados
los deberes
tenemos la tranquilidad para atender a los alumnos
a través de una pantalla?
No puede tapar la pandemia
la pantalla
el trabajo cotidiano que representa lidiar con la muerte
lejana
el fantasma en la puerta de tu casa cada vez más real
entonces necesitamos un espacio para pensar
más que para seguir por todos los medios y las razones
tapando lo que pasa
y que en todo caso cada uno decida dentro de las posibilidades qué es lo mejor que puede dar.
Eso, decida dentro de un marco institucional en qué consistiría una clase
en la que no perdamos la humildad
la humanidad.
Por mi parte, me contento con llamar al otro por su nombre
quizá eso sea lo más provechoso de esta situación,
a diferencia de un aula en que somos números
la internet nos obliga a redactar correos que tienen destinatarios y remitentes.
Hola, menciono el nombre del estudiante, cómo estás
qué buen intento
no es tan difícil lo que falta
escribime las veces que sean necesarias
y responder.V Lxs estudiantes piden el zoom y quizá decir que no consista en mostrarnos enervados
dejar sin imagen una presencia que se crea a través de las palabras.
Para mí hay que confiar en las palabras, obliga a repensarnos cada vez.
Tamara Domenech
Agrandamiento de la imagen
tapa cosas que no sabemos,
o sí?
sabemos si los otrxs tienen conexión?
un espacio donde trabajar?
una computadora?
Y nosotros los docentes
tenemos los equipos?
un espacio?
una disponibilidad? entre tareas que se sumaron a viva voz
lxs hijxs
la comida
los mandados
los deberes
tenemos la tranquilidad para atender a los alumnos
a través de una pantalla?
No puede tapar la pandemia
la pantalla
el trabajo cotidiano que representa lidiar con la muerte
lejana
el fantasma en la puerta de tu casa cada vez más real
entonces necesitamos un espacio para pensar
más que para seguir por todos los medios y las razones
tapando lo que pasa
y que en todo caso cada uno decida dentro de las posibilidades qué es lo mejor que puede dar.
Eso, decida dentro de un marco institucional en qué consistiría una clase
en la que no perdamos la humildad
la humanidad.
Por mi parte, me contento con llamar al otro por su nombre
quizá eso sea lo más provechoso de esta situación,
a diferencia de un aula en que somos números
la internet nos obliga a redactar correos que tienen destinatarios y remitentes.
Hola, menciono el nombre del estudiante, cómo estás
qué buen intento
no es tan difícil lo que falta
escribime las veces que sean necesarias
y responder.V Lxs estudiantes piden el zoom y quizá decir que no consista en mostrarnos enervados
dejar sin imagen una presencia que se crea a través de las palabras.
Para mí hay que confiar en las palabras, obliga a repensarnos cada vez.
Tamara Domenech
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