Próxima Reunión: miércoles 24 de SEPTIEMBRE de 2025, 10 hs. ¡¡ FELIZ 2025 !!
http://www.apoaenelmoyano.blogspot.com/ ES EL BLOG DEL TALLER DE POESÍA DE APOA EN EL HOSPITAL MOYANO - Correo electrónico: poetasdelmoyano@gmail.com - Hospital Dr. Braulio Moyano: Brandsen 2570, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
IMPORTANTE: VER AL PIÉ DE ESTA PÁGINA EL "ORGANIZADOR / ÍNDICE" (desde donde se puede llegar directamente a todas las entradas del blog).
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Gracias por tu aporte Alicia Saliva (desde "Microcosmos" de la "Revista Ñ" del Diario Clarín): Gloria Peirano en la maratón del encierro
Microcosmos
Gloria Peirano en la maratón del encierro
La autora de La ruta de los hospitales encuentra en cada momento de esta situación de encierro “algo nuevo”. También tropieza con experiencias sorprendentes como el silencio inesperado.
15/04/2020 - 18:46
Clarín.com
Revista Ñ
Ideas
Estoy divorciada y mis dos hijas pasan una semana con su papá y otra, conmigo. Teníamos un cronograma distinto, pero en pandemia, ya no queda cronograma familiar, laboral o institucional en pie. Caminamos las cinco cuadras que separan la casa de Ulises de la mía. Las tres tenemos puestos barbijos. Ellas van adelante. Una es más alta que la otra, como siempre. Por primera vez en mi vida, veo a mis hijas con barbijo, en la calle, atentas a algo indefinible. Nos cruzamos con otras personas que llevan barbijos caseros. Nos miramos de lejos. Las despido en la esquina, las veo cruzar Forest, entrar al edificio donde viven con su papá. Es un momento en el que se aprende a vivir. Todo es nuevo de una forma nueva. Es decir, lo que entendíamos como novedad, hasta esto mismo, es diferente. Una noche, entredormida, me di vuelta en la almohada y pensé, soñé, me dije: una experiencia, que sea una experiencia. Y lo es. Lo curioso es que, finalmente, lo está siendo. No me interesa, entonces, para reforzar esta cuestión del mensaje de los sueños, intervenir esta experiencia con protocolos de lectura, cocina, bordado, escritura, contemplación de cielos, ejercicios físicos o cualquier otra actividad de cuarentena. Apareció en mí una juventud bestial y retobada, sin horarios fijos, sin resignaciones, que tiende a escaparse todo el tiempo. De qué huye la juventud, es una buena pregunta. No hablo de las medidas sanitarias, por supuesto, sino de que este estado de experiencia a mí no me lo quita nadie. Ya hemos tenido suficiente de maquinaria de control y productividad, suficiente de estratificación desigual, suficiente de un sistema social y económico, salvaje y crudelísimo, que nos llevó hasta aquí. Es un virus. Nos dijeron que nos quedáramos adentro. Bueno. Ese adentro fijo, que incluye el patio de mi casa como epicentro de mi rotación, es mío. A veces me siento un árbol. Por intereses económicos, desforestaron regiones que funcionaban como pulmones planetarios. Nos volvimos árboles. Tal vez por eso estamos quietos, con la incertidumbre sagrada de los árboles, con el rigor que impone un silencio en las calles que no es poético ni renovador ni un salto a otra dimensión sino lisa y llanamente silencio, por completo indescifrable de abedul a palmera, de ombú a limonero, de roble a castaño. Mis hijas me saludan con sendos barbijos desde la vereda de enfrente. Las veo en una semana. Vuelvo caminando a la sombra y al sol que me corresponde, respiro con pulmones de árboles, llevo un andar leñoso que dura, qué extrañeza, cinco cuadras en soledad. Y sigue.
Gloria Peirano es escritora, docente, guionista y autora de La ruta de los hospitales.
FUENTE:
https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/gloria-peirano-maraton-encierro_0_eq2wHL-ZC.html
Gloria Peirano en la maratón del encierro
La autora de La ruta de los hospitales encuentra en cada momento de esta situación de encierro “algo nuevo”. También tropieza con experiencias sorprendentes como el silencio inesperado.
15/04/2020 - 18:46
Clarín.com
Revista Ñ
Ideas
Estoy divorciada y mis dos hijas pasan una semana con su papá y otra, conmigo. Teníamos un cronograma distinto, pero en pandemia, ya no queda cronograma familiar, laboral o institucional en pie. Caminamos las cinco cuadras que separan la casa de Ulises de la mía. Las tres tenemos puestos barbijos. Ellas van adelante. Una es más alta que la otra, como siempre. Por primera vez en mi vida, veo a mis hijas con barbijo, en la calle, atentas a algo indefinible. Nos cruzamos con otras personas que llevan barbijos caseros. Nos miramos de lejos. Las despido en la esquina, las veo cruzar Forest, entrar al edificio donde viven con su papá. Es un momento en el que se aprende a vivir. Todo es nuevo de una forma nueva. Es decir, lo que entendíamos como novedad, hasta esto mismo, es diferente. Una noche, entredormida, me di vuelta en la almohada y pensé, soñé, me dije: una experiencia, que sea una experiencia. Y lo es. Lo curioso es que, finalmente, lo está siendo. No me interesa, entonces, para reforzar esta cuestión del mensaje de los sueños, intervenir esta experiencia con protocolos de lectura, cocina, bordado, escritura, contemplación de cielos, ejercicios físicos o cualquier otra actividad de cuarentena. Apareció en mí una juventud bestial y retobada, sin horarios fijos, sin resignaciones, que tiende a escaparse todo el tiempo. De qué huye la juventud, es una buena pregunta. No hablo de las medidas sanitarias, por supuesto, sino de que este estado de experiencia a mí no me lo quita nadie. Ya hemos tenido suficiente de maquinaria de control y productividad, suficiente de estratificación desigual, suficiente de un sistema social y económico, salvaje y crudelísimo, que nos llevó hasta aquí. Es un virus. Nos dijeron que nos quedáramos adentro. Bueno. Ese adentro fijo, que incluye el patio de mi casa como epicentro de mi rotación, es mío. A veces me siento un árbol. Por intereses económicos, desforestaron regiones que funcionaban como pulmones planetarios. Nos volvimos árboles. Tal vez por eso estamos quietos, con la incertidumbre sagrada de los árboles, con el rigor que impone un silencio en las calles que no es poético ni renovador ni un salto a otra dimensión sino lisa y llanamente silencio, por completo indescifrable de abedul a palmera, de ombú a limonero, de roble a castaño. Mis hijas me saludan con sendos barbijos desde la vereda de enfrente. Las veo en una semana. Vuelvo caminando a la sombra y al sol que me corresponde, respiro con pulmones de árboles, llevo un andar leñoso que dura, qué extrañeza, cinco cuadras en soledad. Y sigue.
Gloria Peirano es escritora, docente, guionista y autora de La ruta de los hospitales.
FUENTE:
https://www.clarin.com/revista-enie/ideas/gloria-peirano-maraton-encierro_0_eq2wHL-ZC.html
Gracias a las Licenciadas Patricia G. Ramos y Sara S. Dahan y por el aporte desde "Escritos Psicológicos en tiempos de Pandemia"
"Escritos Psicológicos en tiempos de Pandemia"
Escritos II.
Lic. Patricia G. Ramos
Pandemia-Sujeto-Arte.
En la historia de la humanidad han habido singulares catástrofes que ocasionaron cambios permanentes para el sujeto y su entorno.
A dos de ellas son a las que voy a referirme para entender la pandemia que hoy venimos atravesando.
La fiebre amarilla, ocurrida en Bs As en 1871 y la fiebre española de 1918 que dejaron su imborrable legado.
El estudio minucioso de aquellos acontecimientos, nos muestran la repetición de las conductas sociales y del hombre individual ante esos fenómenos: asombro, miedo, aislamiento, construcción de ideas conspirativas, negación, impotencia, contagios, muertes y reorganización social e individual.
Tomaré para este texto, dos producciones pictóricas de las épocas referidas, para desarrollar la afección del sujeto frente a estos acontecimientos y la búsqueda de su reorganización.
Esta pintura pertenece a Juan Manuel Blanes (1830-1901), pintor uruguayo, que con su pincel nos hace testigos de parte de nuestra historia.
La escena se sitúa en uno de los tantos conventillos de San Telmo, por entonces ocupados por la inmigración italiana y española. La presencia de la muerte por la epidemia, está representada por la mujer que yace muerta en el suelo mientras un pequeño tironea de su vestido buscando su pecho. Los dos hombres son los Dres. Argerich y José Roque Ruiz que muestran reverencia e impotencia frente a la muerte de la mujer. En la cama hay un hombre muerto y también se observa la presencia de un joven que manifiesta una indiferencia fingida.
La obra condensa parte del acontecer histórico de ese momento. Nuestros ojos capturan la imagen mientras la mirada escinde al yo y al cuerpo. Ya no soy quién creía ser. Mi cuerpo tampoco es el mismo. Momento de la aparición de afectos penosos. Las identificaciones no se hacen esperar Todos somos impotentes frente al virus. Todos podemos morir.
Ha de ser la singularidad de cada sujeto lo que le permita tomar posición frente a esta catástrofe. Algunos saldrán al auxilio del que padece, otros fijarán su mirada perpleja en la joven muerta, muchos tomarán la escena y emprenderán diferentes búsquedas para salir del horror que eso causa.
¿El artista lo habrá logrado a través del acto creativo?
Esta obra pertenece a Edvard Munch (1864-1944),pintor y grabador Noruego ,conocido por su pintura “El grito”.
Munch padeció el contagio de la gripe de influenza, H1N1, llamada gripe española.
La escena es el autorretrato de su convalecencia. Podemos notar en su rostro secuelas de la enfermedad. Un gesto consumido en un cuerpo debilitado. Esparcidos en la cama, los restos de la muerte que no fue pero que espera.” Eso” desdibujado en la cama que aparece magistralmente en los trazos del autor.” Eso” que no es del todo visible pero que produce efectos en lenguaje a veces devastadores. También se observa una pincelada azul en la cabecera de la cama. ¿Un ángel? Munch decía que su vida tormentosa y desgraciada estaba protegida por "ángeles negros¨.
Esta pintura nos muestra la intimidad del sujeto que padece, su angustia, su soledad. Allí el observador transfiere su mirada y aparece el sujeto que siendo sujeto del lenguaje sabe de la finitud de la existencia.
Juan Manuel Blanes y Edvard Munch reproducen en sus obras un saber con dimensión de verdad, el intento de inscripción de lo inefable, de lo innombrable. El conocimiento es la ganancia de saber que el ser humano puede aportar a la existencia. El lenguaje, es el lazo para llegar a él.
Munch decía-“La muerte la padecemos con el nacimiento-nos queda la más extraña experiencia: el verdadero nacimiento que se llama muerte-¿nacimiento a qué?
FUENTE:
https://escritospsico.blogspot.com/
La ceremonia del adiós
Lic. Sara S. Dahan
Las calles vacías, los parques, las plazas. Las vías del tren, los andenes. El espacio público vacío.
Algunos transeúntes se cruzan. Barbijos sí, barbijos no. La mayoría sí. En los autos también. ¿That is the question? me pregunto. Ser o no ser, usar o no usar.
¿Nos protegemos? ¿Los protegemos? ¿Individualismo o Solidaridad?
Nos miramos con desconfianza, con temor. Somos posibles enemigos, posibles “contagiadotes, infectadores”.
Los perros pasean a sus dueños. Algunos llevan protección en las patitas.
El sol se pone como siempre cada atardecer, así como salió por las mañanas. Y salen las estrellas, ahí están. Voy y constato su presencia: titilan, brillan.
Pero hay una especial. Cuando el cielo se pone dorado a eso de las 19 horas empieza a brillar Venus un corto tiempo para luego desaparecer.
La acompaña el canto agorero de ciertos pájaros que parecen anunciar el fin del mundo y de los tiempos. Poco a poco se disipan los colores.
Algunos vecinos nos saludamos, desde terrazas, ventanas, balcones. A las 21 hs. suena una sirena que nos recuerda que muchos siguen trabajando… arriesgándose.
No es la primera epidemia, pandemia, gripe mundial. Es la que nos tocó. Eso que fuimos no volveremos a ser. El aire trae a Pedro Páramo y sus fantasmas.
Busqué la etimología de pandemia: pan/ totalidad, demia/pueblo, el pueblo entero.
El dios Pan era el semidiós de los pastores y rebaños en la mitología griega, especialmente venerado en Arcadia. En la mitología romana se identifica a este dios como un fauno.
Era el dios de las brisas del amanecer y el atardecer. ¿Cuándo pasó a ser el dios de la muerte?
Busco a Borges en mi auxilio y me llega su voz entrecortada con algunos versos de “El reloj de arena”
…..
La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.
No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.
En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo
…..
Seguimos a la espera de una mirada que nos devuelva la confianza en el porvenir.
FUENTE
: https://escritospsico.blogspot.com/
Escritos II.
Lic. Patricia G. Ramos
Pandemia-Sujeto-Arte.
En la historia de la humanidad han habido singulares catástrofes que ocasionaron cambios permanentes para el sujeto y su entorno.
A dos de ellas son a las que voy a referirme para entender la pandemia que hoy venimos atravesando.
La fiebre amarilla, ocurrida en Bs As en 1871 y la fiebre española de 1918 que dejaron su imborrable legado.
El estudio minucioso de aquellos acontecimientos, nos muestran la repetición de las conductas sociales y del hombre individual ante esos fenómenos: asombro, miedo, aislamiento, construcción de ideas conspirativas, negación, impotencia, contagios, muertes y reorganización social e individual.
Tomaré para este texto, dos producciones pictóricas de las épocas referidas, para desarrollar la afección del sujeto frente a estos acontecimientos y la búsqueda de su reorganización.
Esta pintura pertenece a Juan Manuel Blanes (1830-1901), pintor uruguayo, que con su pincel nos hace testigos de parte de nuestra historia.
La escena se sitúa en uno de los tantos conventillos de San Telmo, por entonces ocupados por la inmigración italiana y española. La presencia de la muerte por la epidemia, está representada por la mujer que yace muerta en el suelo mientras un pequeño tironea de su vestido buscando su pecho. Los dos hombres son los Dres. Argerich y José Roque Ruiz que muestran reverencia e impotencia frente a la muerte de la mujer. En la cama hay un hombre muerto y también se observa la presencia de un joven que manifiesta una indiferencia fingida.
La obra condensa parte del acontecer histórico de ese momento. Nuestros ojos capturan la imagen mientras la mirada escinde al yo y al cuerpo. Ya no soy quién creía ser. Mi cuerpo tampoco es el mismo. Momento de la aparición de afectos penosos. Las identificaciones no se hacen esperar Todos somos impotentes frente al virus. Todos podemos morir.
Ha de ser la singularidad de cada sujeto lo que le permita tomar posición frente a esta catástrofe. Algunos saldrán al auxilio del que padece, otros fijarán su mirada perpleja en la joven muerta, muchos tomarán la escena y emprenderán diferentes búsquedas para salir del horror que eso causa.
¿El artista lo habrá logrado a través del acto creativo?
Esta obra pertenece a Edvard Munch (1864-1944),pintor y grabador Noruego ,conocido por su pintura “El grito”.
Munch padeció el contagio de la gripe de influenza, H1N1, llamada gripe española.
La escena es el autorretrato de su convalecencia. Podemos notar en su rostro secuelas de la enfermedad. Un gesto consumido en un cuerpo debilitado. Esparcidos en la cama, los restos de la muerte que no fue pero que espera.” Eso” desdibujado en la cama que aparece magistralmente en los trazos del autor.” Eso” que no es del todo visible pero que produce efectos en lenguaje a veces devastadores. También se observa una pincelada azul en la cabecera de la cama. ¿Un ángel? Munch decía que su vida tormentosa y desgraciada estaba protegida por "ángeles negros¨.
Esta pintura nos muestra la intimidad del sujeto que padece, su angustia, su soledad. Allí el observador transfiere su mirada y aparece el sujeto que siendo sujeto del lenguaje sabe de la finitud de la existencia.
Juan Manuel Blanes y Edvard Munch reproducen en sus obras un saber con dimensión de verdad, el intento de inscripción de lo inefable, de lo innombrable. El conocimiento es la ganancia de saber que el ser humano puede aportar a la existencia. El lenguaje, es el lazo para llegar a él.
Munch decía-“La muerte la padecemos con el nacimiento-nos queda la más extraña experiencia: el verdadero nacimiento que se llama muerte-¿nacimiento a qué?
Figura 1.Episodio de la fiebre amarilla.... 1871
Figura 2 Autorretrato después de la gripe 1919
FUENTE:
https://escritospsico.blogspot.com/
La ceremonia del adiós
Lic. Sara S. Dahan
Las calles vacías, los parques, las plazas. Las vías del tren, los andenes. El espacio público vacío.
Algunos transeúntes se cruzan. Barbijos sí, barbijos no. La mayoría sí. En los autos también. ¿That is the question? me pregunto. Ser o no ser, usar o no usar.
¿Nos protegemos? ¿Los protegemos? ¿Individualismo o Solidaridad?
Nos miramos con desconfianza, con temor. Somos posibles enemigos, posibles “contagiadotes, infectadores”.
Los perros pasean a sus dueños. Algunos llevan protección en las patitas.
El sol se pone como siempre cada atardecer, así como salió por las mañanas. Y salen las estrellas, ahí están. Voy y constato su presencia: titilan, brillan.
Pero hay una especial. Cuando el cielo se pone dorado a eso de las 19 horas empieza a brillar Venus un corto tiempo para luego desaparecer.
La acompaña el canto agorero de ciertos pájaros que parecen anunciar el fin del mundo y de los tiempos. Poco a poco se disipan los colores.
Algunos vecinos nos saludamos, desde terrazas, ventanas, balcones. A las 21 hs. suena una sirena que nos recuerda que muchos siguen trabajando… arriesgándose.
No es la primera epidemia, pandemia, gripe mundial. Es la que nos tocó. Eso que fuimos no volveremos a ser. El aire trae a Pedro Páramo y sus fantasmas.
Busqué la etimología de pandemia: pan/ totalidad, demia/pueblo, el pueblo entero.
El dios Pan era el semidiós de los pastores y rebaños en la mitología griega, especialmente venerado en Arcadia. En la mitología romana se identifica a este dios como un fauno.
Era el dios de las brisas del amanecer y el atardecer. ¿Cuándo pasó a ser el dios de la muerte?
Busco a Borges en mi auxilio y me llega su voz entrecortada con algunos versos de “El reloj de arena”
…..
La arena de los ciclos es la misma
E infinita es la historia de la arena
Así, bajo tus dichas o tu pena,
La invulnerable eternidad se abisma.
No se detiene nunca la caída
Yo me desangro, no el cristal. El rito
De decantar la arena es infinito
Y con la arena se nos va la vida.
En los minutos de la arena creo
Sentir el tiempo cósmico: la historia
Que encierra en sus espejos la memoria
O que ha disuelto el mágico Leteo
…..
Seguimos a la espera de una mirada que nos devuelva la confianza en el porvenir.
FUENTE
: https://escritospsico.blogspot.com/
Gracias por tu poesía Verónica González. Compartimos cuatro textos
Yo
No hay quién
digite las cuerdas,
sólo estoy yo,
inventando excusas
que me salven
de este agujero,
del elástico infantil
sin equilibrio.
Soy yo
queriendo convencer
a los anticuerpos,
para que actúen a mi favor.
¿Y cuál sería el favor,
a favor de qué,
de quiénes?
“Actuar conforme al deseo
que te habita”,
dijo uno que estudié
más de la mitad de mi vida.
Entonces,
sólo basta con cerrar
los ojos y ahí estoy.
Después,
el exilio
que inyectó
el desamparo en mis venas
para siempre.
Mi manera de sentir,
de vivir,
de imaginar.
“Con ese pensamiento tan fuerte, no te será fácil encontrar una pareja”, había largado el de historia.
“Demasiada imaginación”
dijo una psicóloga laboral
frente a mis manchitas de Rorschach.
“Es imposible seguirte, ¡con esa energía!”, reiteraban y lo siguen haciendo amigxs, compañerxs, ex y ex.
Excesos,
maneras de morir,
pero sobre todo de vivir
y de reír,
de saltar más allá
de la costumbre
de las canalladas
y del papel calcado.
Esta vez,
soy yo,
la que elijo el vestido
y me saco a bailar.
Con mis “demasiados"
entono el deseo
y practico
la soledad,
rodeada de la ternura
que me habita.
Verónica González
14 de abril •
FUENTE:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=126854822279391&set=a.104266964538177&type=3&theater
Del manojo vacío
entre las manos,
del sudor inquieto,
de la piel sin nombre.
Del intento
siempre fallido,
de hallar la mirada
que defina el detalle.
Del exilio
que dispara tu olvido
y devora el destierro.
De esta podredumbre
del querer
que clava el surco
en el último paraje de mi misma.
Del peso liviano de existir,
brillo mortal,
insoportable.
Verónica González
12 de abril •
FUENTE:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=126272199004320&set=a.104266964538177&type=3&theater
como una reiteración
de bordes afilados,
golpea la noche
que inyecta mis ojos
de pequeñas muertes,
descosidas,
hambrientas.
La luna
decidió montar
la última estrella
para engañar los sueños.
Una sombra
enrosca mi pelo
entre sus dedos
y el juego no funciona.
¡Piedra libre
para la que se atreve
más allá del espejo,
más allá de los otros,
que no miran el sol!
Verónica González
10 de abril •
FUENTE:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=125115965786610&set=a.104266964538177&type=3&theater
nos salvará de este frío,
del aplastamiento mortal
de las palabras?
¿De la indiferencia mezquina
de estos tantos,
que siempre son los mismos?
¿Quién
frenará el silencio cómplice,
las manos asesinas,
el hambre en las esquinas?
¿Quién
inyectará de esperanza
el nuevo mundo,
para que “dejemos de lavarnos las manos”,
cuando salgamos a la calle?
¿Habrá pastilla del día después,
para los que creen
que la queja es el antídoto
contra el olvido
y permanecen bajo el efecto
virtual de una pantalla?
El virus del miedo
se propaga
y no hay traje ni barbijo
para despistarlo.
El invierno decidió volver
para despertarnos.
Hay un viento fuerte
que arremete con todo.
No hay un quién
si no somos unos cuantos.
Verónica González
4 de abril
Gracias @lucas_artist_ por tu arte siempre.
FUENTE:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=122439519387588&set=a.104266964538177&type=3&theater
No hay quién
digite las cuerdas,
sólo estoy yo,
inventando excusas
que me salven
de este agujero,
del elástico infantil
sin equilibrio.
Soy yo
queriendo convencer
a los anticuerpos,
para que actúen a mi favor.
¿Y cuál sería el favor,
a favor de qué,
de quiénes?
“Actuar conforme al deseo
que te habita”,
dijo uno que estudié
más de la mitad de mi vida.
Entonces,
sólo basta con cerrar
los ojos y ahí estoy.
Después,
el exilio
que inyectó
el desamparo en mis venas
para siempre.
Mi manera de sentir,
de vivir,
de imaginar.
“Con ese pensamiento tan fuerte, no te será fácil encontrar una pareja”, había largado el de historia.
“Demasiada imaginación”
dijo una psicóloga laboral
frente a mis manchitas de Rorschach.
“Es imposible seguirte, ¡con esa energía!”, reiteraban y lo siguen haciendo amigxs, compañerxs, ex y ex.
Excesos,
maneras de morir,
pero sobre todo de vivir
y de reír,
de saltar más allá
de la costumbre
de las canalladas
y del papel calcado.
Esta vez,
soy yo,
la que elijo el vestido
y me saco a bailar.
Con mis “demasiados"
entono el deseo
y practico
la soledad,
rodeada de la ternura
que me habita.
Verónica González
14 de abril •
FUENTE:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=126854822279391&set=a.104266964538177&type=3&theater
Del manojo vacío
entre las manos,
del sudor inquieto,
de la piel sin nombre.
Del intento
siempre fallido,
de hallar la mirada
que defina el detalle.
Del exilio
que dispara tu olvido
y devora el destierro.
De esta podredumbre
del querer
que clava el surco
en el último paraje de mi misma.
Del peso liviano de existir,
brillo mortal,
insoportable.
Verónica González
12 de abril •
FUENTE:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=126272199004320&set=a.104266964538177&type=3&theater
como una reiteración
de bordes afilados,
golpea la noche
que inyecta mis ojos
de pequeñas muertes,
descosidas,
hambrientas.
La luna
decidió montar
la última estrella
para engañar los sueños.
Una sombra
enrosca mi pelo
entre sus dedos
y el juego no funciona.
¡Piedra libre
para la que se atreve
más allá del espejo,
más allá de los otros,
que no miran el sol!
Verónica González
10 de abril •
FUENTE:
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=125115965786610&set=a.104266964538177&type=3&theater
nos salvará de este frío,
del aplastamiento mortal
de las palabras?
¿De la indiferencia mezquina
de estos tantos,
que siempre son los mismos?
¿Quién
frenará el silencio cómplice,
las manos asesinas,
el hambre en las esquinas?
¿Quién
inyectará de esperanza
el nuevo mundo,
para que “dejemos de lavarnos las manos”,
cuando salgamos a la calle?
¿Habrá pastilla del día después,
para los que creen
que la queja es el antídoto
contra el olvido
y permanecen bajo el efecto
virtual de una pantalla?
El virus del miedo
se propaga
y no hay traje ni barbijo
para despistarlo.
El invierno decidió volver
para despertarnos.
Hay un viento fuerte
que arremete con todo.
No hay un quién
si no somos unos cuantos.
Verónica González
4 de abril
Gracias @lucas_artist_ por tu arte siempre.
FUENTE:
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Gracias por tu aporte Tamara Domenech: el poema "Zoom"
Zoom
Agrandamiento de la imagen
tapa cosas que no sabemos,
o sí?
sabemos si los otrxs tienen conexión?
un espacio donde trabajar?
una computadora?
Y nosotros los docentes
tenemos los equipos?
un espacio?
una disponibilidad? entre tareas que se sumaron a viva voz
lxs hijxs
la comida
los mandados
los deberes
tenemos la tranquilidad para atender a los alumnos
a través de una pantalla?
No puede tapar la pandemia
la pantalla
el trabajo cotidiano que representa lidiar con la muerte
lejana
el fantasma en la puerta de tu casa cada vez más real
entonces necesitamos un espacio para pensar
más que para seguir por todos los medios y las razones
tapando lo que pasa
y que en todo caso cada uno decida dentro de las posibilidades qué es lo mejor que puede dar.
Eso, decida dentro de un marco institucional en qué consistiría una clase
en la que no perdamos la humildad
la humanidad.
Por mi parte, me contento con llamar al otro por su nombre
quizá eso sea lo más provechoso de esta situación,
a diferencia de un aula en que somos números
la internet nos obliga a redactar correos que tienen destinatarios y remitentes.
Hola, menciono el nombre del estudiante, cómo estás
qué buen intento
no es tan difícil lo que falta
escribime las veces que sean necesarias
y responder.V Lxs estudiantes piden el zoom y quizá decir que no consista en mostrarnos enervados
dejar sin imagen una presencia que se crea a través de las palabras.
Para mí hay que confiar en las palabras, obliga a repensarnos cada vez.
Tamara Domenech
Agrandamiento de la imagen
tapa cosas que no sabemos,
o sí?
sabemos si los otrxs tienen conexión?
un espacio donde trabajar?
una computadora?
Y nosotros los docentes
tenemos los equipos?
un espacio?
una disponibilidad? entre tareas que se sumaron a viva voz
lxs hijxs
la comida
los mandados
los deberes
tenemos la tranquilidad para atender a los alumnos
a través de una pantalla?
No puede tapar la pandemia
la pantalla
el trabajo cotidiano que representa lidiar con la muerte
lejana
el fantasma en la puerta de tu casa cada vez más real
entonces necesitamos un espacio para pensar
más que para seguir por todos los medios y las razones
tapando lo que pasa
y que en todo caso cada uno decida dentro de las posibilidades qué es lo mejor que puede dar.
Eso, decida dentro de un marco institucional en qué consistiría una clase
en la que no perdamos la humildad
la humanidad.
Por mi parte, me contento con llamar al otro por su nombre
quizá eso sea lo más provechoso de esta situación,
a diferencia de un aula en que somos números
la internet nos obliga a redactar correos que tienen destinatarios y remitentes.
Hola, menciono el nombre del estudiante, cómo estás
qué buen intento
no es tan difícil lo que falta
escribime las veces que sean necesarias
y responder.V Lxs estudiantes piden el zoom y quizá decir que no consista en mostrarnos enervados
dejar sin imagen una presencia que se crea a través de las palabras.
Para mí hay que confiar en las palabras, obliga a repensarnos cada vez.
Tamara Domenech
Gracias por el aporte Lic. Alicia Marta Dellepiane (en medio de la cuarentena): ¿Con qué palabras salimos de esto?
¿Con qué palabras salimos de esto?
Lic. Alicia Marta Dellepiane
Buenos Aires 30 de marzo de 2020.
“A partir de ese momento, se puede decir que la peste fue nuestro único asunto”
Albert Camus, La peste.
¿Cómo escribir algo original sobre un tema que está en boca de todo el mundo? Y esta vez, dicho literalmente: de todo el mundo.
Descartada desde el vamos esa pretensión, pasaré a describir mis propios sentimientos, ideas y ocurrencias; cosas que fui escuchando, descartando, lecturas que me animaron a tratar de sintetizar algo de todo esto que nos invade.
Varios psicoanalistas recorrieron diversos textos (freudianos, lacanianos, etc.) tratando de cernir con el lenguaje eso que los lenguajes (científicos, filosóficos, etc.) no alcanzan a cubrir. Desde concepciones políticas que preanuncian el fin del capitalismo después de esta pandemia, hasta concepciones religiosas que presagian el apocalipsis como castigo divino.
Se reanudaron viejas lecturas, otrora olvidadas, que se actualizan frente al horror del invasor silencioso.
En El Decameron [1], de Giovani Boccaccio, se describe cómo unos diez jóvenes florentinos, tratando de escapar de la peste bubónica de 1348, se refugian en un pequeño pueblo rural para solazarse con relatos eróticos, picarescos y también dramáticos. Lo curioso del caso, según el historiador O. J. Benedictonw [2] es no haber tenido en cuenta que, en esa época, había más ratas en el campo que en la ciudad, lo cual hizo que el peligro fuera mayor en las zonas menos pobladas, o sea, en aquel momento, las zonas rurales y no las urbanas.
Jack London escribe La peste escarlata [3] donde su protagonista, Smith, es testigo del derrumbamiento de la civilización y del triunfo de la barbarie a medida que va muriendo la gente. Una novela de ciencia-ficción que anticipa con un curioso cálculo y error de siete años, algo muy parecido a la pandemia actual. La novela sitúa en el año 2013 una peste que deja a los seres humanos, con la garganta ardiendo, teñidos de rojo, con fiebre y extermina a la raza humana. Smith, único sobreviviente, encuentra a unos jóvenes también sobrevivientes a los que les va transmitiendo los horrores de esta civilización destruida.
Pero una de las novelas más conocidas, tal vez por estar más próxima en el tiempo, es La peste [4], de Albert Camus, aparecida en 1949. La de Boccaccio es de 1353 y la de London de 1916.
Habrá seguramente muchísimas más producciones literarias y de otras que pueblen el espacio y el ciberespacio del planeta, antes, durante y después de esta pandemia. Esperamos con fervor ese “después”.
Camus, especialmente reflexivo sobre la condición humana y las consecuencias de sus actos, hace de este relato una joya de la literatura universal.
“Pero una vez las puertas cerradas, se dieron cuenta de que estaban, y el narrador también, cogidos en la misma red y que había que arreglárselas”.
Nunca tan bien descripta la situación actual. Todos en la misma situación y sin posibilidad de salir de esta sino colectivamente.
“Un sentimiento de exilio aquel vacío que llevábamos dentro de nosotros”. Todos y cada uno con su propio goce a cuestas y sin fantasma velando ese oscuro íntimo/éxtimo.
“Estaban malhumorados o irritados y estos no son sentimientos que puedan oponerse a la peste (…) abundaban más las bromas que las lamentaciones y ponían cara de aceptar con buen humor los inconvenientes, evidentemente, pasajeros”.
Esto también lo podemos observar hoy. Los que se irritan y aprovechan para sacar su agresividad sobre el otro, sintiéndose inmunes porque ellos sí saben lo que hay que hacer. Lo que se traduce en el derecho de insultar al prójimo sin conocer sus motivos. Lo verificamos, entre otras tantas anécdotas similares, una noche en que, desde un balcón, le gritaron a un joven que iba por la calle: “¡ándate a tu casa, estúpido!” El agredido, médico, alcanzó a contestar: “bueno, yo me voy a mi casa y ¿vos vas mañana al hospital por mí?”.
“El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad (…) El vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo y se autoriza entonces a matar”.
Pero tenemos alguna esperanza, porque, así como la pulsión de muerte anida en todo ser hablante, también la pulsión de vida se le opone. Como dice uno de mis escritores favoritos, “-incluso al borde del final del mundo- siempre hay lugar para el deseo de vivir.”. [5]
Para finalizar vuelvo a Camus, en uno de los últimos párrafos de su texto: “…y para decir simplemente algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio (…) a pesar de sus desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser médicos.”.
A los que yo agrego: los médicos, los enfermeros, los auxiliares, los investigadores que siguen tratando de descubrir cómo parar esto, los que transportan la comida, los que recogen la basura, los maestros y profesores que adecuan sus herramientas para seguir enseñando a sus alumnos, los que no duermen para organizar lo mejor posible lo que debe hacer cada uno en esta situación, etc. Me refiero a todos los que están haciendo algo para que el mundo siga funcionando para la vida. ¡Gracias!
Referencias:
[1] Giovanni Boccaccio: El Decamerón, Editorial Verbum S.I., Madrid, 2019.
[2] Ole Jørgen Benedictow: La Peste Negra (1346 – 1353), Editorial Akal, España, 2001. La referencia fue tomada del artículo de Daniel Arjona: La peste negra y el error del 'Decamerón'. ¿Es buena idea irse al pueblo en una epidemia?, 12 de marzo de 2020, disponible en https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-03-12/la-peste-negre-historia-benedictow-coronavirus_2471127/
[3] Jack London: La peste escarlata, Libros del Zorro Rojo, Buenos Aires, 2012.
[4] Albert Camus: La peste, EMU/Editores Mexicanos Unidos, México, 2014.
[5] Me refiero a Gustavo Dessal, en “Siempre hay lugar para el deseo de vivir”, en Página|12, 19 de marzo de 2020, disponible en https://www.pagina12.com.ar/253739-siempre-hay-lugar-para-el-deseo-de-vivir y en “CORONAVIRUS: ‘Cuando lo fantástico se vuelve normal’”, en Blog de Zadig en España, 15 de marzo de 2020, disponible en https://zadigespana.com/2020/03/15/coronavirus-cuando-lo-fantastico-se-vuelve-normal/
NOTA:
La Lic. Alicia Marta Dellepiane es autora de:
El lenguaje en los problemas escolares. ¿Causa o efecto?. Curso Virtual.
MISHIMA: Máscara, escritura y goce. Libro Virtual.
NOTA: MISHIMA: Máscara, escritura y goce se puede descargar demo sin cargo en formato pdf en
http://www.comunidadrussell.com/contenidos/eBooks/Demos/AMD_c1_Mishima_demo.pdf
FUENTE:
http://www.comunidadrussell.com/default.asp?contenidos/textos/con-que-palabras-salimos-de-esto.html
Lic. Alicia Marta Dellepiane
Buenos Aires 30 de marzo de 2020.
“A partir de ese momento, se puede decir que la peste fue nuestro único asunto”
Albert Camus, La peste.
¿Cómo escribir algo original sobre un tema que está en boca de todo el mundo? Y esta vez, dicho literalmente: de todo el mundo.
Descartada desde el vamos esa pretensión, pasaré a describir mis propios sentimientos, ideas y ocurrencias; cosas que fui escuchando, descartando, lecturas que me animaron a tratar de sintetizar algo de todo esto que nos invade.
Varios psicoanalistas recorrieron diversos textos (freudianos, lacanianos, etc.) tratando de cernir con el lenguaje eso que los lenguajes (científicos, filosóficos, etc.) no alcanzan a cubrir. Desde concepciones políticas que preanuncian el fin del capitalismo después de esta pandemia, hasta concepciones religiosas que presagian el apocalipsis como castigo divino.
Se reanudaron viejas lecturas, otrora olvidadas, que se actualizan frente al horror del invasor silencioso.
En El Decameron [1], de Giovani Boccaccio, se describe cómo unos diez jóvenes florentinos, tratando de escapar de la peste bubónica de 1348, se refugian en un pequeño pueblo rural para solazarse con relatos eróticos, picarescos y también dramáticos. Lo curioso del caso, según el historiador O. J. Benedictonw [2] es no haber tenido en cuenta que, en esa época, había más ratas en el campo que en la ciudad, lo cual hizo que el peligro fuera mayor en las zonas menos pobladas, o sea, en aquel momento, las zonas rurales y no las urbanas.
Jack London escribe La peste escarlata [3] donde su protagonista, Smith, es testigo del derrumbamiento de la civilización y del triunfo de la barbarie a medida que va muriendo la gente. Una novela de ciencia-ficción que anticipa con un curioso cálculo y error de siete años, algo muy parecido a la pandemia actual. La novela sitúa en el año 2013 una peste que deja a los seres humanos, con la garganta ardiendo, teñidos de rojo, con fiebre y extermina a la raza humana. Smith, único sobreviviente, encuentra a unos jóvenes también sobrevivientes a los que les va transmitiendo los horrores de esta civilización destruida.
Pero una de las novelas más conocidas, tal vez por estar más próxima en el tiempo, es La peste [4], de Albert Camus, aparecida en 1949. La de Boccaccio es de 1353 y la de London de 1916.
Habrá seguramente muchísimas más producciones literarias y de otras que pueblen el espacio y el ciberespacio del planeta, antes, durante y después de esta pandemia. Esperamos con fervor ese “después”.
Camus, especialmente reflexivo sobre la condición humana y las consecuencias de sus actos, hace de este relato una joya de la literatura universal.
“Pero una vez las puertas cerradas, se dieron cuenta de que estaban, y el narrador también, cogidos en la misma red y que había que arreglárselas”.
Nunca tan bien descripta la situación actual. Todos en la misma situación y sin posibilidad de salir de esta sino colectivamente.
“Un sentimiento de exilio aquel vacío que llevábamos dentro de nosotros”. Todos y cada uno con su propio goce a cuestas y sin fantasma velando ese oscuro íntimo/éxtimo.
“Estaban malhumorados o irritados y estos no son sentimientos que puedan oponerse a la peste (…) abundaban más las bromas que las lamentaciones y ponían cara de aceptar con buen humor los inconvenientes, evidentemente, pasajeros”.
Esto también lo podemos observar hoy. Los que se irritan y aprovechan para sacar su agresividad sobre el otro, sintiéndose inmunes porque ellos sí saben lo que hay que hacer. Lo que se traduce en el derecho de insultar al prójimo sin conocer sus motivos. Lo verificamos, entre otras tantas anécdotas similares, una noche en que, desde un balcón, le gritaron a un joven que iba por la calle: “¡ándate a tu casa, estúpido!” El agredido, médico, alcanzó a contestar: “bueno, yo me voy a mi casa y ¿vos vas mañana al hospital por mí?”.
“El mal que existe en el mundo proviene casi siempre de la ignorancia, y la buena voluntad sin clarividencia puede ocasionar tantos desastres como la maldad (…) El vicio más desesperado es el vicio de la ignorancia que cree saberlo todo y se autoriza entonces a matar”.
Pero tenemos alguna esperanza, porque, así como la pulsión de muerte anida en todo ser hablante, también la pulsión de vida se le opone. Como dice uno de mis escritores favoritos, “-incluso al borde del final del mundo- siempre hay lugar para el deseo de vivir.”. [5]
Para finalizar vuelvo a Camus, en uno de los últimos párrafos de su texto: “…y para decir simplemente algo que se aprende en medio de las plagas: que hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio (…) a pesar de sus desgarramientos personales, todos los hombres que, no pudiendo ser santos, se niegan a admitir las plagas y se esfuerzan, no obstante, en ser médicos.”.
A los que yo agrego: los médicos, los enfermeros, los auxiliares, los investigadores que siguen tratando de descubrir cómo parar esto, los que transportan la comida, los que recogen la basura, los maestros y profesores que adecuan sus herramientas para seguir enseñando a sus alumnos, los que no duermen para organizar lo mejor posible lo que debe hacer cada uno en esta situación, etc. Me refiero a todos los que están haciendo algo para que el mundo siga funcionando para la vida. ¡Gracias!
Referencias:
[1] Giovanni Boccaccio: El Decamerón, Editorial Verbum S.I., Madrid, 2019.
[2] Ole Jørgen Benedictow: La Peste Negra (1346 – 1353), Editorial Akal, España, 2001. La referencia fue tomada del artículo de Daniel Arjona: La peste negra y el error del 'Decamerón'. ¿Es buena idea irse al pueblo en una epidemia?, 12 de marzo de 2020, disponible en https://www.elconfidencial.com/cultura/2020-03-12/la-peste-negre-historia-benedictow-coronavirus_2471127/
[3] Jack London: La peste escarlata, Libros del Zorro Rojo, Buenos Aires, 2012.
[4] Albert Camus: La peste, EMU/Editores Mexicanos Unidos, México, 2014.
[5] Me refiero a Gustavo Dessal, en “Siempre hay lugar para el deseo de vivir”, en Página|12, 19 de marzo de 2020, disponible en https://www.pagina12.com.ar/253739-siempre-hay-lugar-para-el-deseo-de-vivir y en “CORONAVIRUS: ‘Cuando lo fantástico se vuelve normal’”, en Blog de Zadig en España, 15 de marzo de 2020, disponible en https://zadigespana.com/2020/03/15/coronavirus-cuando-lo-fantastico-se-vuelve-normal/
NOTA:
La Lic. Alicia Marta Dellepiane es autora de:
El lenguaje en los problemas escolares. ¿Causa o efecto?. Curso Virtual.
MISHIMA: Máscara, escritura y goce. Libro Virtual.
NOTA: MISHIMA: Máscara, escritura y goce se puede descargar demo sin cargo en formato pdf en
http://www.comunidadrussell.com/contenidos/eBooks/Demos/AMD_c1_Mishima_demo.pdf
FUENTE:
http://www.comunidadrussell.com/default.asp?contenidos/textos/con-que-palabras-salimos-de-esto.html
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