La mirada que puedo dar del Moyano y el Taller es breve, fue poco el tiempo que estuvimos, mas el diálogo que se desarrolló fue muy divertido e interesante en el sentido de que sólo faltaba el café para hacerlo más ameno, pese a que para mí casi todos eran extraños pues no conocía a la mayoría de quienes estaban sentados a la mesa. Si una impresión más he de dar es la arquitectura y el ambiente de antaño que se puede sentir en el moyano, no sé cómo será la vida de quien vive ahí, estuvimos poco tiempo insisto, pero el ambiente supongo que propicia el estar relajado y calmo.
El Taller lo veo óptimo, las artes en general siempre ayudan a cualquier enfermedad de cualquier índole creo, en mi experiencia en talleres he visto personas que se benefician con el ejercicio de las artes y el relajado y solitario trabajo de escribir, aunque el ejercicio que hicimos fue en grupo y la lectura lo hizo más beneficioso porque inmediatamente uno puede sopesar las impresiones que causa el texto.
La experiencia en el Moyano invita a seguir asistiendo al taller así como estar presente cuando se cuente con un grupo de participantes mayor para un diálogo más amplio.
Julia Melissa Rivas Hernández
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