Próxima Reunión: miércoles 15 de ENERO de 2025, 10 hs. ¡¡ FELICES FIESTAS, FELIZ 2025 !!
http://www.apoaenelmoyano.blogspot.com/ ES EL BLOG DEL TALLER DE POESÍA DE APOA EN EL HOSPITAL MOYANO - Correo electrónico: poetasdelmoyano@gmail.com - Hospital Dr. Braulio Moyano: Brandsen 2570, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
IMPORTANTE: VER AL PIÉ DE ESTA PÁGINA EL "ORGANIZADOR / ÍNDICE" (desde donde se puede llegar directamente a todas las entradas del blog).
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Reunión miércoles 18-04-2018: la mirada de Alicia Saliva en palabras e imágenes
Esas mañanas de los miércoles en el hospital Braulio Moyano, segundo piso, terapia a corto plazo, mesa del salón del fondo, taller de poesía de APOA.
¿Sigue habiendo amor? Sí, diría seguramente Elena, aunque no la haya vuelto a ver.
Por qué tirar del hilo
Me doy cuenta de que es necesario un ejercicio de memoria y selección, que no me gane lo enmarañado de los recuerdos, especialmente cuando sucedió mucho, en cantidad y calidad. Tirar del hilo pronto, antes de que la madeja olvidada en esa canasta, igual a la que usaba mi abuela Pilar, comience a enredarse. Me doy cuenta hoy de que es urgente ovillarla y para ello lo primero es saber dónde está la punta para empezar con el ovillado, ese movimiento circular, constante, cuidadoso, cómo me gustaba cuando mi madre pedía mis manos para fijar ahí la lana y ovillar, ovillar, ovillar.
Tirar de una punta… por momentos pareciera que el resto de la lana se enreda más, creo que el secreto es ir despacio, separar, quizá hasta cortar alguna parte para sortear los apelotonamientos delalana.
En la misma madeja de esas mañanas de Moyano conviven imágenes, las que vi y las que no, las que se transforman y así quedan en la cámara de Daniel o en los celulares; videos con voces y manos, muchas manos y bocas que hablan en las breves filmaciones de Daniel, quizá más que todo el rostro; bocas que leen lento y lo agradezco porque me dan más tiempo para saborear lo que dicen; ojos que no olvido en toda la semana, enrojecidos, enormes, por momentos fijos en ayeres o mañanas o quién sabe; luz y aire, tanta luz del tamaño de esos larguísimos ventanales que gracias a Dios te llevan a alzar la mirada; olores y dolores agudos, hasta saber de duchas frías y de huidas; cantos, “Setenta balcones” musicalizado por Flora ya para siempre; delicadeza de trato, libros, escritura, broches de pelo, libros, escritura en hojas de un cuaderno infinito, más libros con dedicatorias, anillos que dicen love o en forma de gran corazón como el de Gladys, hijas e hijos, madres y padres que se extrañan y a los que se le escriben cartas imaginarias.
Tirar del hilo es parar y pensar, que ese “salí distinta de como entré” de Gloria, y al que me sumo, se acomode en palabras. Espero estos miércoles, los de la tercera semana de cada mes, los espero. Son un regalo de verano que vino como las mejores cosas de la vida: me llegó, desprogramado, no estaba en agenda, yo que tengo tres más la de Outlook que me olvido de mirar. Y como dijo Violaine, me supera por todos lados.
El nacimiento de un mundo
Retomo Badiou: “El amor es siempre la posibilidad de presenciar el nacimiento de un mundo.”. Dice el filósofo que cuando dos que se quieren ven el mismo maravilloso atardecer, en ese momento se “…procesa el despliegue del mundo a través del prisma de nuestra diferencia, de suerte que este mundo ocurre, nace, en lugar de ser solamente aquello que ocupa mi mirada personal.”.
De eso quisiera hablar, de cómo allí, alrededor de esa mesa, nacen mundos, a veces totalmente nuevos pero casi siempre los mismos que ya estaban olvidados o despacio se habían ido deslizando hacia un impotente silencio, relegados primero y luego escondidos detrás de alguna pared descascarada. En cualquier nacimiento, y creo que no hay mayor universalidad que ésta, hay llanto, necesidad, búsqueda de brazos, ojos, oídos, promesa, mucha promesa, alteración de horarios, de sueño, se aceleran los ritmos del corazón y los minutos se alinean, todos, hacia esa criatura.
El primero de los mundos que renace es la presencia, la sola y suficiente presencia de cada una de las internas. Daniel me contó que la reunión pasada Silvana estaba muy angustiada. “Llegué y le cambió la cara. Y entre quienes estábamos allí comenzamos a charlar con ella, a escucharla, y se fue tranquilizando.” Hasta dentro de una angustia fuerte, que imagino como un oscuro y aterrador abismo, hay pasaje, hay, de nuevo, espera. Es que las otras (las mujeres del Moyano) importan. Nada vale más, nada ocupa ese lugar de privilegio, se parte de allí, se llega allí, se camina por allí. No hay mejor línea de largada y se repite en una y otra ocasión, como cuando Tamara lleva ropa para regalarles. La pidió limpia y planchada a quienes se la donaron. No se quedó tranquila y revisó prenda por prenda, quería que estuvieran impecables. Al entregarlas piensa en cada una de las internas: “éste te puede ir bien, este otro pantalón no tanto, es un poco corto…”.
Una de las veces, para el taller, éramos más de diez de fuera, entre poetas y otras yerbas. Las internas también eran casi diez. Pensé, preocupada, ¿cómo se las arreglará Daniel? Y la clave fue solo esa, ellas importan y todo se desenvuelve con naturalidad si la mirada -la de la cámara, ya que me enteré de que Daniel es fotógrafo- enfoca bien. Comenzamos con los nombres, que ya habían sido motivo de diálogo en otra reunión (la verdad es que ahí me di cuenta de que podemos llevarlos así, casi sin notarlos, y en cambio cuánto hay en esa elección, en ese ser llamados durante años, en que alguien lo haya gritado o dicho con suavidad, en que se haya multiplicado en diminutivos y apodos cariñosos…Quizá, pensaba, es la primera vez que escuchan su nombre así, tan analizado, querido, buscando sus resonancias). Ya había salido el tema, decía, pero esta vez hubo novedad -¡siempre hay sorpresas!- en el recurso: Daniel nos convirtió a todas y todos en importantes conferencistas con solo doblar una hojita en forma de techo a dos aguas, ahí iba nuestro nombre como delante de grandes personalidades que se desea ver y escuchar.
“Me gusta acompañar a la gente”, antes de entrar escuché estas palabras de quien venía con tres cajas de libros para donar, más un cuaderno Copiador, hermoso y de hojas enormes. Me gusta acompañar a la gente: así, sencillo y en presente continuo. “¿Estás triste? ¿pero se banca?”, “contales a las de Pabellón Magnan lo que más te gusta de tu pabellón”, “¿exigente bien o exigente mal?”, “escriban a alguien, en esta esquela, ‘no es locura…’”: gracias a esta acertadísima consigna ellas comenzaron a desarmar prejuicios y armar otra cosa, armar el amar, como si siempre lo hubieran hecho: no es colura que todavía te quieran, que haya ganas de ser feliz, no es locura pensar en Dios para salvarnos de la tristeza y la depresión, no, no lo es, no es locura mi príncipe, mi mamá, no es locura el mucho amor que hay entre nosotras, son las frases de Claudia, Alejandra, Andrea, Lorena, María del Valle, Nilda.. Silvia le escribió a Einstein: “Usted, que es el padre de la relatividad, dijo cuando alguien le habló de su esquizofrenia: es más fácil destruir las partes de un átomo que un prejuicio. Y yo digo que tiene razón.”.
En el taller de APOA se dividen átomos todo el tiempo, y se liberan cantidades de energía. ¿Cómo? Creo que ésa es la punta del hilo: querer. Esa palabra de lujo, como diría Adelia, lleva a tratar bien, con delicadeza, que cada pregunta, comentario, silencio, cambio de tema, broma, pedido, lleve de un lado un poco más oscuro a otro un poco más claro, produzca un nacimiento, por mínimo que sea. Luego se alimentará a la criatura con mayor cuidado aún.
Alicia Saliva
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Mónica Rosenblum
❤️
Alicia Saliva Cada vez me voy más contenta de ese lugar!
¿Sigue habiendo amor? Sí, diría seguramente Elena, aunque no la haya vuelto a ver.
Por qué tirar del hilo
Me doy cuenta de que es necesario un ejercicio de memoria y selección, que no me gane lo enmarañado de los recuerdos, especialmente cuando sucedió mucho, en cantidad y calidad. Tirar del hilo pronto, antes de que la madeja olvidada en esa canasta, igual a la que usaba mi abuela Pilar, comience a enredarse. Me doy cuenta hoy de que es urgente ovillarla y para ello lo primero es saber dónde está la punta para empezar con el ovillado, ese movimiento circular, constante, cuidadoso, cómo me gustaba cuando mi madre pedía mis manos para fijar ahí la lana y ovillar, ovillar, ovillar.
Tirar de una punta… por momentos pareciera que el resto de la lana se enreda más, creo que el secreto es ir despacio, separar, quizá hasta cortar alguna parte para sortear los apelotonamientos delalana.
En la misma madeja de esas mañanas de Moyano conviven imágenes, las que vi y las que no, las que se transforman y así quedan en la cámara de Daniel o en los celulares; videos con voces y manos, muchas manos y bocas que hablan en las breves filmaciones de Daniel, quizá más que todo el rostro; bocas que leen lento y lo agradezco porque me dan más tiempo para saborear lo que dicen; ojos que no olvido en toda la semana, enrojecidos, enormes, por momentos fijos en ayeres o mañanas o quién sabe; luz y aire, tanta luz del tamaño de esos larguísimos ventanales que gracias a Dios te llevan a alzar la mirada; olores y dolores agudos, hasta saber de duchas frías y de huidas; cantos, “Setenta balcones” musicalizado por Flora ya para siempre; delicadeza de trato, libros, escritura, broches de pelo, libros, escritura en hojas de un cuaderno infinito, más libros con dedicatorias, anillos que dicen love o en forma de gran corazón como el de Gladys, hijas e hijos, madres y padres que se extrañan y a los que se le escriben cartas imaginarias.
Tirar del hilo es parar y pensar, que ese “salí distinta de como entré” de Gloria, y al que me sumo, se acomode en palabras. Espero estos miércoles, los de la tercera semana de cada mes, los espero. Son un regalo de verano que vino como las mejores cosas de la vida: me llegó, desprogramado, no estaba en agenda, yo que tengo tres más la de Outlook que me olvido de mirar. Y como dijo Violaine, me supera por todos lados.
El nacimiento de un mundo
Retomo Badiou: “El amor es siempre la posibilidad de presenciar el nacimiento de un mundo.”. Dice el filósofo que cuando dos que se quieren ven el mismo maravilloso atardecer, en ese momento se “…procesa el despliegue del mundo a través del prisma de nuestra diferencia, de suerte que este mundo ocurre, nace, en lugar de ser solamente aquello que ocupa mi mirada personal.”.
De eso quisiera hablar, de cómo allí, alrededor de esa mesa, nacen mundos, a veces totalmente nuevos pero casi siempre los mismos que ya estaban olvidados o despacio se habían ido deslizando hacia un impotente silencio, relegados primero y luego escondidos detrás de alguna pared descascarada. En cualquier nacimiento, y creo que no hay mayor universalidad que ésta, hay llanto, necesidad, búsqueda de brazos, ojos, oídos, promesa, mucha promesa, alteración de horarios, de sueño, se aceleran los ritmos del corazón y los minutos se alinean, todos, hacia esa criatura.
El primero de los mundos que renace es la presencia, la sola y suficiente presencia de cada una de las internas. Daniel me contó que la reunión pasada Silvana estaba muy angustiada. “Llegué y le cambió la cara. Y entre quienes estábamos allí comenzamos a charlar con ella, a escucharla, y se fue tranquilizando.” Hasta dentro de una angustia fuerte, que imagino como un oscuro y aterrador abismo, hay pasaje, hay, de nuevo, espera. Es que las otras (las mujeres del Moyano) importan. Nada vale más, nada ocupa ese lugar de privilegio, se parte de allí, se llega allí, se camina por allí. No hay mejor línea de largada y se repite en una y otra ocasión, como cuando Tamara lleva ropa para regalarles. La pidió limpia y planchada a quienes se la donaron. No se quedó tranquila y revisó prenda por prenda, quería que estuvieran impecables. Al entregarlas piensa en cada una de las internas: “éste te puede ir bien, este otro pantalón no tanto, es un poco corto…”.
Una de las veces, para el taller, éramos más de diez de fuera, entre poetas y otras yerbas. Las internas también eran casi diez. Pensé, preocupada, ¿cómo se las arreglará Daniel? Y la clave fue solo esa, ellas importan y todo se desenvuelve con naturalidad si la mirada -la de la cámara, ya que me enteré de que Daniel es fotógrafo- enfoca bien. Comenzamos con los nombres, que ya habían sido motivo de diálogo en otra reunión (la verdad es que ahí me di cuenta de que podemos llevarlos así, casi sin notarlos, y en cambio cuánto hay en esa elección, en ese ser llamados durante años, en que alguien lo haya gritado o dicho con suavidad, en que se haya multiplicado en diminutivos y apodos cariñosos…Quizá, pensaba, es la primera vez que escuchan su nombre así, tan analizado, querido, buscando sus resonancias). Ya había salido el tema, decía, pero esta vez hubo novedad -¡siempre hay sorpresas!- en el recurso: Daniel nos convirtió a todas y todos en importantes conferencistas con solo doblar una hojita en forma de techo a dos aguas, ahí iba nuestro nombre como delante de grandes personalidades que se desea ver y escuchar.
“Me gusta acompañar a la gente”, antes de entrar escuché estas palabras de quien venía con tres cajas de libros para donar, más un cuaderno Copiador, hermoso y de hojas enormes. Me gusta acompañar a la gente: así, sencillo y en presente continuo. “¿Estás triste? ¿pero se banca?”, “contales a las de Pabellón Magnan lo que más te gusta de tu pabellón”, “¿exigente bien o exigente mal?”, “escriban a alguien, en esta esquela, ‘no es locura…’”: gracias a esta acertadísima consigna ellas comenzaron a desarmar prejuicios y armar otra cosa, armar el amar, como si siempre lo hubieran hecho: no es colura que todavía te quieran, que haya ganas de ser feliz, no es locura pensar en Dios para salvarnos de la tristeza y la depresión, no, no lo es, no es locura mi príncipe, mi mamá, no es locura el mucho amor que hay entre nosotras, son las frases de Claudia, Alejandra, Andrea, Lorena, María del Valle, Nilda.. Silvia le escribió a Einstein: “Usted, que es el padre de la relatividad, dijo cuando alguien le habló de su esquizofrenia: es más fácil destruir las partes de un átomo que un prejuicio. Y yo digo que tiene razón.”.
En el taller de APOA se dividen átomos todo el tiempo, y se liberan cantidades de energía. ¿Cómo? Creo que ésa es la punta del hilo: querer. Esa palabra de lujo, como diría Adelia, lleva a tratar bien, con delicadeza, que cada pregunta, comentario, silencio, cambio de tema, broma, pedido, lleve de un lado un poco más oscuro a otro un poco más claro, produzca un nacimiento, por mínimo que sea. Luego se alimentará a la criatura con mayor cuidado aún.
Alicia Saliva
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Mónica Rosenblum
❤️
Alicia Saliva Cada vez me voy más contenta de ese lugar!
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